Se estima que en el mundo existen más de 8.7 millones de especies, la mayoría aún sin ser identificadas y catalogadas. De esas especies, un 82% son plantas, mientras que los humanos representamos apenas un 0.1% de la vida en la Tierra. Sin embargo, nosotros somos la única especie capaz de tomar decisiones que afecten o beneficien al planeta entero, y los efectos del cambio climático parecieran demostrar que por décadas nos hemos equivocado bastante con nuestras elecciones, especialmente de consumo.
Afortunadamente, cada vez son más los países, empresas y personas que entienden que el valor ambiental debe de ser un componente indispensable en las elecciones políticas, económicas y personales. Y hoy en día es común escuchar opciones y campañas para elegir hábitos más sostenibles como reutilizar, reparar y reciclar, comprar local, rechazar el plástico de un solo uso, o utilizar bombillos eficientes para bajar nuestro consumo eléctrico, entre muchas otras. Pero estas tendencias, aunque positivas, responden en parte a una visión moderna o globalizada donde la relación entre el humano y la naturaleza es definida como una relación entre el consumidor y los recursos naturales que consume.
Por otro lado, la cosmovisión de la mayoría de los pueblos originarios de América entiende al ser humano como una especie más en el planeta Tierra, con esa perspectiva del 0.01% que somos en la Casa Común, pero entendiendo que tenemos una responsabilidad única de ser quienes la cuidan. Para ellos no hay que ser ambientalista para querer proteger la naturaleza, se toman decisiones que naturalmente consideran al ambiente porque entienden que somos un solo gran organismo vivo, y que la salud del planeta y de sus ecosistemas es la misma salud de la humanidad. Esta visión no da pie a la avaricia de querer consumir de más y sobre explotar recursos.
Cuestionarnos y #SaberElegir qué relación queremos tener con la naturaleza, individualmente, en nuestras comunidades y a nivel mundial, podría ser un ejercicio importante para realmente acercarnos a un balance que nos permita vivir, en condiciones favorables, como especie, en la Tierra. Una relación más humilde con nuestro bioma nos permitiría aplicar ideas y conceptos mucho más sostenibles como lo son las Soluciones Basadas en la Naturaleza para responder los muy diversos desafíos de la sociedad.
Algunos ejemplos de estas soluciones incluyen los sistemas agroforestales, la restauración de humedales para proveer de agua a comunidades, o la conservación o restauración de cuencas hidrográficas para prevenir inundaciones y desastres naturales. Es momento de elegir la protección, conservación y restauración de la infraestructura natural como los bosques, los suelos y la biodiversidad para responder más efectivamente a los retos de la actualidad y el futuro, es momento de elegir la humildad y comenzar a entendernos como parte de un sistema que nos provee bienestar permanente, cíclico, regenerativo y pródigo.
Por Carolina Sánchez
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