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Modelo 72

En una conversación acerca de vehículos, un amigo me contaba que tuvo este y el otro modelo y aunque eran buenos autos, él siempre sentía que algo les faltaba; hasta que llegó  su carro actual:  «Sé que hay otros más lindos, más rápidos o potentes, pero estoy muy contento con mi elección, no lo cambio y le estoy sacando mucho provecho.»

Mientras escuchaba el relato al estilo Rápido y Furioso, pensaba en dos cosas de mi vida; primero, hace más de 3 años no tengo carro y eso, además de reducir mi huella de carbono, me ha dado una gran libertad.

 Y segundo, soy modelo 72; en menos de un mes cumpliré 48, y a pesar que suena como un número alto, me siento feliz en este modelo y aunque sé que hay otras personas más jóvenes, con estilos de vida maravillosos, muy felices y exitosas, yo no cambiaría por nada mi momento actual.

Debo confesar que hace algunos años me preocupaba mucho la idea de envejecer,  cada cana nueva que veía en mi cabeza me generaba angustia. Resulta que es un temor tan generalizado que tiene su nombre: gerascofobia o gerantofobia y consiste en la ansiedad desmedida que provoca en el individuo los cambios que vienen con la edad. 

Estas preocupaciones se originan en falsas creencias acerca de la soledad, la reducción en la capacidad reproductiva, productiva  o creativa, la falta de lucidez o memoria,  la incapacidad de adaptación a los cambios, la escasez financiera, la pérdida de fuerza física o movilidad.  Es más común entre las mujeres, constantemente bombardeadas por los estereotipos de belleza y juventud tradicionales.

Pero la mitad del partido, es el mejor momento del juego.   A mis casi 48 me siento más creativa y productiva que nunca; y a la vez más consciente y reconciliada con mi ser interior y mi entorno.  Puedo escuchar más sin tantos juicios y gracias a lo que llamo «la presbicia emocional», me alejo un poco de las situaciones y logro verlas mejor, con más perspectiva; reacciono menos, respondo mejor.

He pasado tantas veces «por donde asustan» en mi camino laboral y de emprendimientos, que la pandemia ha resultado una oportunidad nueva para reinventarme, tomar decisiones, confiar y dejar ir.    Cada día me hago más amiga de la paciencia y el desapego, algo que me resultaba prácticamente imposible a mis 20´s o 30´s.     

El liderazgo en Próxima, que acaba de celebrar sus primeros 15 años, es cada vez más compartido entre un grupo de personas sobresalientes, por su inteligencia, y sobre todo por su integridad.

Las conversaciones con mi hijo de 21 años son estimulantes y mutan peleas de roommates porque alguno no lavó su plato, a reflexiones profundas sobre religiones, reencarnación o sesgos cognitivos del sistema patriarcal.   

A mis casi 48 hago más ejercicio que nunca, recién terminé una maestría online, conduzco el podcast Próxima Frontera, me siento con energía para maratónicos días de trabajo y me otorgo el permiso para bloquear una tarde de vez en cuando y sin remordimientos no hacer nada, o tal vez leer un libro hecha un puñito en el sillón con Venus y Cocoa.    

Y hoy no puedo estar más de acuerdo con mi amigo Peter, un hombre de 60 años que conocí durante un viaje.  Le pregunté, ¿Qué te preocupa? ¿envejecer?  No, me dijo de inmediato, me preocupa aburrirme.

– Karla Chaves Brenes, directora general –

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