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Un monstruo artístico de dos caras

Desde siempre hemos temido a los monstruos, esas figuras fantásticas que nos causaban espanto desde pequeños/as. A mí personalmente me atormentaba la llorona. Cuando era pequeña solíamos ir a una casa en las afueras de San José, una casa de campo donde cerca cruzaba un riachuelo. Uno de mis tíos con voz de trueno se encargó de asustarnos con todas las leyendas*: la segua, la llorona, el cadejo, y uno que otro cuento inventado. Dada la cercanía de la casa con el riachuelo, tengo que admitir que la leyenda de la llorona me daba espanto, me mortificaba pensar que podía escuchar el llanto desesperado de una mujer maldita en busca de su hijo perdido. Eso, y que el viento cuando corre por los árboles suele hacer una especie de chillido que se presta a confusiones. La imaginación es potente.

Pero monstruo según la RAE también se define como aquella “cosa excesivamente grande o extraordinaria en cualquier línea”, monstruo se puede usar también de forma positiva para referirse a personas o cosas que sobresalen. Me gustan las palabras grande, extraordinaria, sobresaliente. Si tuviera que definir a la X Bienal Centroamericana de alguna forma, así sería.

Este año Próxima decidió patrocinar a la décima edición de la Bienal Centroamericana de Arte y yo me sumé a principios de año sin saber muy bien lo que vendría. Ahora que ya inauguró por fin puedo dar un respiro y mirar hacia atrás para analizar el trabajo hecho.

Este proyecto se hace cada dos años desde hace 20 años por puro amor al arte y aportes de empresas y personas que creen en la necesidad de crear espacios para fortalecer procesos de investigación y experimentación artística. Yo que vengo del cine, entiendo perfectamente estos esfuerzos magnánimos, el darlo todo por concretar algo en lo que se cree. Una mega producción: 58 artistas y 12 colectivos centroamericanos invitados a presentar más de 77 proyectos que ocupan hasta el 30 de setiembre los principales museos, espacios públicos y diversas sedes tanto en San José como en Limón.

Como si fuera poco, este año #LaDécima se reinventó. Pasó de ser un certamen competitivo a una muestra de procesos, de tendencias, de propuestas, una verdadera ventana al mundo artístico centroamericano, al mejor estilo de las bienales internacionales. La propuesta curatorial a cargo de Tamara Díaz Bringas buscó romper todas las fronteras establecidas hasta ese momento. Nuevas propuestas, nuevos formatos, nuevas fronteras geográficas, nuevos esquemas, nuevas formas de intervención, una propuesta, grande, extraordinaria, sobresaliente, una propuesta monstruosa.

¿Qué significó esto en términos de comunicación? Sólo puedo decirlo de una manera: había que domar al monstruo. Y este monstruo definitivamente tenía dos caras, por un lado me espantaba y por otro me envolvió en su grandeza y me obligó a darlo todo. Tuve que empezar por entenderlo, una propuesta con tantas aristas no es tan fácil de comprender. Al principio no puedo negar que todo era super confuso, la información sobre la propuesta llegaba a cuentagotas y se reinventaba con el paso del tiempo.

Así surgieron espacios de intervención que se fueron integrando durante los meses previos al sitio web. El X Blog, era el espacio más sencillo para generar contenido, pues es algo que todos/as conocemos, pero significó coordinar con por lo menos 15 personas en diferentes países para que enviaran los materiales, editarlos, publicarlos, compartirlos. A través del Blog, nos íbamos enterando del proceso de investigación que permitiría hacer la propuesta final de obras.

Paralelamente surgió la X Sonora (si se preguntan por qué la “X” es 10 en números romanos, ¡siempre es mejor aclarar!), este espacio buscaba involucrar a artistas centroamericanos que estuvieran trabajando formatos sonoros y que hicieran un #takeover de las redes de #LaDécima. Se les cedía el control por 10 días de las cuentas oficiales de la Bienal (Youtube, Spotify, SoundCloud @LaBienal_CA) donde nos podían compartir músicas, ruidos, rumores, voces, aullidos, balbuceos… Gracias a este proyecto descubrí sobre los mashups, bootlegs, sound collages, cómo suenan las ciudades de Panamá, Honduras, la música garífuna, la música darienita, proyectos cyberfeministas, instalaciones y performances sonoros, etc.

A falta de manos, me tocó asumir la mega tarea, a regañadientes de la jefa que con toda razón me decía que tenía que controlar el tiempo que le dedicaba al proyecto para no descuidar a otros clientes, de traducir las propuestas y materializarlas dentro de nuestras posibilidades en cuanto a recursos. Esto significó establecer cronogramas de trabajo (hasta investigar plataformas que permitieran el acceso de todos/as a una misma agenda de trabajo), establecer hojas de ruta, generar el contenido, buscar las formas de compartirlo, de tener mayor alcance, de visibilizar los esfuerzos. Y así con todos los proyectos (sitio web, boletines, ConteXtos, y un gran etcétera). Que conste que yo sólo estoy contando la historia desde lo que fue asumir la comunicación (y talvez un poco más), ni para qué empezar con la labor de producción, pero esa es otra historia de otro grupo de personas.

La Bienal inauguró la semana pasada en Limón, hito pues en su búsqueda por descentralizar el arte es la primera vez en 10 ediciones que se inaugura fuera del circuito capitalino. Al día siguiente se hizo la presentación oficial también en San José. Con orgullo puedo decir que domamos al monstruo.

Así que le invito a conocer hasta el 30 de septiembre la propuesta de artistas y colectivos centroamericanos que bajo la propuesta curatorial Todas las Vidas muestran sus obras, instalaciones, performances e intervenciones en distintas sedes tanto en Puerto Limón como en San José. La entrada es gratuita. Y si no está cerca, le invito a explorar el sitio y todos sus espacios de intervención. Sin duda alguna, #LaDécima es un monstruo hermoso.

– Antonella Sudasassi

*Para motivar a adultos/as a contarles historias de monstruos a sus hijos/as, les dejo acá un artículo sobre lo necesario del miedo y los cuentos de hadas.

*Horizonte Rocola en Pasaje Cristal, Limón. Cortesía de Edgar León

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