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Una escoba para volar, por el mundo

Uno de los beneficios más evidentes del teletrabajo es evitar los traslados hasta una oficina que, debido al crecimiento horizontal de la urbe y las (im)prácticas de (in)movilidad vial, probablemente cada vez esté más lejos en distancia, pero sobre todo en tiempo. Por eso, cuando alguien me pregunta cómo es trabajar en Próxima Comunicación, ese siempre es uno de mis puntos a destacar.

No obstante, la convivencia del equipo y la coordinación personal de algunos proyectos nos motivan a juntarnos al menos una vez a la semana; en ese caso, para mí y varios compañeros y compañeras más, el carpooling es una opción para compartir un viaje más agradable, contribuir menos con el congestionamiento, el gasto energético y la contaminación.

Hace unos días, cuando caminaba hacia el punto de encuentro con mi compañera oficial de viaje [gracias Shir], vi a una señora de unos 70 u 80 años que a primeras horas de la mañana estaba con su escoba, barriendo el frente de la casa. Me llamó la atención que, cuando la señora llegó a una bolsa y una botella que estaban en la calle, con mucha naturalidad decidió tirarlas una a la casa vecina de la izquierda y otra a la derecha. ¡Cuanta practicidad para cuidar su mundo!, aquella casa de madera en la que probablemente había pasado sus últimos 50 o 60 años.

No quiero hacer una generalización desde el atrevimiento de la juventud, además porque un ejemplo un poco diferente es el de mi abuelita que de vez en cuando recicla (aunque ha sido todo un proceso, sobre todo porque su municipalidad no recolecta los materiales separados y porque no tiene carro para llevarlos a ambientaDOS), pero sí me pareció revelador de que en 2016 todavía hay un grupo de personas (de todas las edades, niveles socioeconómicos y hasta educativos) que viven en el pasado, cuando “no había problema” con derrochar los recursos del mundo o desentenderse de los desechos propios y ajenos, entre otras cosas.

Este 22 de abril se conmemora el Día Internacional de la Tierra, una ocasión perfecta para ver cuántas personas (o empresas) en nuestro entorno están usando su escoba de la manera equivocada: para desentenderse de sus responsabilidades individuales o corporativas con la sociedad, para preocuparse solo de limpiar “la calle del frente” hacia mayores utilidades económicas inmediatas, sin pensar en los impactos ambientales de sus acciones, sin innovar en modelos de negocio y de relacionamiento que les hagan más sostenibles.

En Próxima Comunicación, desde el inicio y con mucha más razón en los últimos años, estamos convencidos de que hay una nueva forma de hacer las cosas. Por eso nos ocupamos tanto en temas de sostenibilidad y responsabilidad corporativa junto a nuestros clientes, buscamos la carbono neutralidad y trabajamos por ser Bandera Azul; aprovechamos los beneficios del teletrabajo y compartimos buenas prácticas para ser más amigables con el ambiente. Apoyamos proyectos que promuevan educación y facilidades para una vida más sostenible, como ambientaDOS o Ciclo Siete, aprendemos de clientes con mucha experiencia en estos temas, como Florex, FIFCO y Kimberly-Clark, y acompañamos a nuestros demás clientes que cada vez son más conscientes de su capacidad para conducir los cambios necesarios en el mundo actual.

Estamos en un momento de evolución, con cambios tecnológicos beneficiosos (como el costo de las energías renovables) y nuevas formas de relacionarnos (desarrollo centrado en los seres vivos, economías colaborativas e innovación social, por ejemplo); es un momento que debemos aprovechar. El tema ciertamente es mucho más complejo, una amalgama entre conciencia ambiental, voluntad política y capacidad económica, entre clima, contaminación, energía, movilidad, urbanismo y estilo de vida, pero tenemos que hacer algo. En nuestras casas y en nuestros lugares de trabajo, junto a las empresas, proponiendo y exigiendo compromiso, apoyando las medidas estatales hacia las metas internacionales.

En los últimos días tuve la oportunidad de escuchar a cinco compatriotas que desde sus trincheras están usando la escoba de la forma correcta, recogiendo conocimientos y experiencias para construir acuerdos que nos lleven a un mejor futuro. Representantes de la sociedad civil, la academia y la política, además de doña Christiana Figueres, todos(as) coincidieron en la oportunidad necesaria de ir hacia una economía verde, de equiparar nuestra huella ecológica con la biocapacidad del entorno y de mejorar nuestra calidad de vida. Este es el mejor regalo para la Tierra, un mundo que somos todos… no estamos en un lugar del que podríamos irnos. ¡Que nuestras escobas evoquen árboles que reverdecen, subámonos y vamos a hacer algo por el mundo!

– Javier Ballesteros

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