Las palabras tienen poder en sí mismas; decidir cuáles utilizar es el inicio de cambios en nuestra mente, familia, comunidad, el país y el mundo. Esto aplica a múltiples contextos sociales, tanto así que hay quienes dedican esfuerzo continuo en acuñar, mediante nuevas palabras, conceptos complejos que antes no se plasmaban en expresiones concretas.
Elegir bien las palabras que usamos puede incluso dar forma más precisa al enfoque y cosmovisión de lo que expresamos, es sobre esta idea que haré gravitar la siguiente reflexión: nuestra influencia se multiplica y crece cuando verbalizamos el pensamiento ya que se potencia su capacidad para materializarlo a través de acciones.
Por ejemplo, si profundizamos en el concepto que hay tras el movimiento mundial de organizaciones del Sistema B, cuyo propósito es pasar de ser las mejores empresas del mundo para enfocarse en ser las mejores empresas para el mundo, podemos percatarnos del poder de las palabras. “Sé impecable con tus palabras”, señala inteligentemente Miguel Ruiz, que rescata de la filosofía Tolteca ese poder de las palabras para fijar significados en nuestra mente y en la mente de las demás.
Este sutil cambio de preposiciones “de” por “para”, varía por completo la visión de una empresa. Mientras que la primera opción se conforma con entrar en un ranking usualmente ligado solo a indicadores económicos o de retorno financiero, la segunda se enfoca en ofrecer valor no solo económico sino también ambiental y social.
Este enfoque podemos aplicarlo también al plano individual si nos planteamos ser las mejores personas para nuestra familia, la comunidad, los amigos y las personas que trabajan con nosotros. Les invito a perseguir este propósito ya que el camino a establecer las mejores empresas para el mundo pasa por la necesidad de que las personas que conformamos dichas empresas estemos también comprometidas con el bienestar común.
¿Por dónde empezar entonces? Lo primero es hacer una pausa para mirar a nuestro alrededor y luego hacia adentro, estoy segura de que, si tomamos el tiempo para conectar con nuestro ser interior y las personas que tenemos a nuestro alrededor, encontraremos las claves para brindar nuestro mejor aporte a la sociedad. Lo segundo es elegir bien nuestras palabras, que son reflejo de nuestro pensamiento y hagamos que el poder de aquellas que elijamos sea para construir sociedades más equitativas, justas y acordes con la búsqueda de un bienestar integral.
Por Lucila Espinoza
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